viernes, 24 de febrero de 2012

El verano de Kikujiro (1999) - Takeshi Kitano

Una auténtica Road-Movie con menos ruedas y más ternura y humor.

Hace poco nuestro compañero de elproyectordeconciencias, Jesús, rellenaba el hueco de una de las películas mas alabadas del 2010, Origen, que supuestamente indaga en el mundo de los sueños, con la creación de un thriller original y surrealista. Nadie puede negar la evidencia de que Origen es un thriller fantástico pero en todo lo que respecta al mundo onírico El verano de Kikujiro es capaz de pisar la obra de Nolan sin necesidad de efectos especiales.
¿Por qué esta comparación?, ¿qué tiene que ver Incepcion con la ternura de El verano de Kikujiro? En primer lugar y menos relevante, la cercanía del análisis de la primera en esta página y en segundo lugar, que el film nipón supo valorar y explorar los sueños cuando ni siquiera son una parte importante en la historia. Pero empecemos por el principio.

Masao, de seis años, callado y tímido se pregunta por qué no está con el su madre. Vive solo con su abuela que se pasa el día trabajando y ante la llegada de las vacaciones de verano la ciudad comienza a vaciarse. Tras la llegada de un paquete de su madre, decide llegar hasta ella con la dirección del remite, por azares del destino acaba compartiendo viaje con el marido de una amiga de su abuela, el "Señor", un ex-yakuza interpretado por Takeshi Kitano. No puede imaginar el viaje que le espera.
Durante las dos horas que dura la película, Kitano va creando un escenario de lo absurdo mediante toda clase de personajes extraños: un poeta, un pederasta, un mentiroso compulsivo, una pareja de motoristas (a los que bautiza como Gordo y Calvito), y muchos más que ayudan a al dúo niño-yakuza a desarrollarse, ya que, ninguno de los dos habla demasiado, ayudando a desarrollar un paralelismo entre ambos cuando a simple vista poco tienen en común. Masao es timido y cobarde y el personaje de Takeshi es un conjunto de defectos y agresividad. Juega, bebe, insulta, se pelea y encuentra bronca, porque parece no buscarla, de alguna manera se muestra como si sus acciones nunca fueran a tener consecuencias, casi como si pensara que está preparado para juzgar e impartir justicia, y de alguna manera, también profético al acertar.
Pero toda esta aventura llena de humor no está solo enfocada a esa búsqueda de la madre de Masao, que termina en un punto antes del fin de la película, si no que se lleva al campo paternal, ya que a partir de ahí el "Señor" es lo más parecido a una figura paterna (y casi parece que lo haga sobre su propia niñez). Las comparaciones empiezan desde la propia visión de el Señor, "Este niño se parece mucho a mi", con unas semejanzas entre ambos que se harán mas grandes sin poder entrar en ellas por spoilers.
Al igual que el yakuza al que representa, Kitano también se muestra impredecible en su dirección, estructurada por capítulos de una redacción de verano, va alternando una narración normal con pequeños gags, escenas de contemplación y momentos oníricos de importancia que muestran el subconsciente y principalmente miedos de los personajes con unas escenas de gran belleza y colores vivos representadas al estilo del teatro japones, muchas veces incorporando a los personajes como seres mitológicos de su cultura tradicional.
Y esta mezcla cobra una fuerza fuera de lo común gracias a un colaborador habitual de las películas de Kitano, Joe Hisaishi. De hecho,desde Escenas en el mar (1991) tan habituales son sus colaboraciones que actualmente hay un disco llamado "Joe Hisaishi Meets Kitano Films", compuesto obviamente por temas extraídos de las películas en las que han trabajado juntos. Hisaishi es especialmente conocido por su constante colaboración musical con otro de los genios del celuloide nipón, aunque en este caso en el campo de la animación, Hayao Miyazaki, habiendo compuesto las bandas sonoras de prácticamente la totalidad de la obra del Estudio Ghibli. Este prolífico compositor compone para El verano de Kikujiro una de sus melodías más recordadas y que en conjunto consigue llegar y llenar de emociones tanto o más, muchas veces, que las propias imágenes.
En conjunto, El verano de Kikujiro es una de las películas más reseñables tanto dentro de la filmografía del autor como en la categoría de road-movie, pero dentro de la sección que se reserva para obras fuera de lo común como Una historia verdadera (1999) de Lynch (que para el que imperdonablemente no la haya visto, el viaje se sucede con un anciano montado en un corta-césped). Sinceramente recomendable.





1 comentario:

alberto dijo...

Esta no la he visto. La voy a apuntar.