jueves, 26 de abril de 2012

Kiseki [Milagro] (2011) - Hirokazu Kore-eda

Un pequeño milagro para las carteleras de cine


Niños, un arma de doble filo en el cine. Pura ternura y emoción, pero también pueden ser muy difíciles de dirigir dando momentos sobreactuados y ridículos cuando se les pide diálogos forzados o actuaciones fuera de lugar. Kore-eda, con la capacidad que le da la experiencia, consigue llevarlos de la mano para conseguir una de las películas más frescas y naturales del 2011, aunque es ahora cuando se está estrenando en cines (y en poquísimas salas) en nuestro país.
Kiseki, pese a encontrártela englobada en el campo del drama, es una continua sonrisa, un conjunto de situaciones que te recuerda cuan graves pueden ser los problemas cuando eres niño, y cuan niños pueden ser los adultos a la hora de tratar los problemas.
Su director, Hirozaku Kore-eda es uno de esos directores aclamados por la crítica pero maltratados por la distribución. Raro es alguno de sus filmes que no haya conseguido nominaciones o premios a mejor película, guión o director, pero más raro aún que alguno de ellos haya conseguido estrenarse en salas comerciales; quizás la única en conseguirlo fue la estupenda Still Walking (Caminando) en el 2008. Sus películas hablan de lo cotidiano, pero con una sensibilidad fuera de su tiempo, hasta cuando se adentra en el cine fantástico lo hace con la delicadeza social que debería pertenecer a un documental o a la película de su compatriota Ozu.

En esta película vuelve a meter su particular ojo en el entorno de una familia corriente para, contar la historia de dos hermanos con unos padres separados recientemente y habiéndose quedado cada uno de los niños con un padre diferente. Koichi, el mayor, con su madre y los padres de esta, un matrimonio mayor que intenta no dejarse vencer por la edad. Mientras que Ryu (Ryunosuke) se queda con su padre, un músico discontinuo con un espíritu que no entiende las cadenas de la familia. En la fantasía de los dos hermanos está el volver a unir a sus padres para vivir juntos de nuevo, pero de una manera que solo es posible para la mente de un niño, y es que la mejor solución parece viajar hacia el punto donde se cruzan los trenes de alta velocidad de la nueva linea de ferrocarril, donde dicen los rumores que los trenes viajan a una velocidad tal, que cuando se cruzan en las vías crean la fuerza y la energía suficiente para que se cumplan los deseos. Esta es la premisa que Kore-eda utiliza para desarrollar unos personajes de una vitalidad tal que eclipsan por completo la historia, pero no solo de Koichi y Ryu, esta película tiene un completo elenco de personajes vivos, con sus propios deseos y en busca de sus particulares milagros. El director se ha encargado de que no haya un secundario vacío, solo por necesidad del guión, algo demasiado común en el cine comercial. Es asombroso ver la cantidad de historias singulares que se entremezclan hacía un punto común y guían las dos horas de metraje con una fuerza fuera de lo común en este tipo de películas.

Y es que como comentábamos al inicio del post, pocas cosas pueden ofrecer tanta fuerza en una película como un niño y parece que Kore-eda es como el flautista de Hamelín, los guía y los hace actuar a su voluntad, pero no como marionetas de un teatro o muñecos, él hace como si la película se hubiera grabado poniendo cámaras en el entorno de los niños y no como si estos estuvieran interpretando un papel. Pero no todo el mérito es suyo, en este caso, la pareja protagonista es un famoso dúo cómico infantil en el país del sol naciente (y hermanos en la vida real), Koki y Oshiro Maeda, una pareja que es pura vitalidad y que el propio Hirokazu reconoció entre los mejores actores que había podido trabajar, aún teniendo 12 y 8 años respectivamente. Y aunque aquí sean totalmente desconocidos, en mayor o menor medida el resto de los actores de la película están elegidos con cuidado, por ejemplo, el padre de los niños es Joe Odaguiri, músico en la vida real y prolífico actor y la abuela de estos Kirin Kiki, también cantante ocasional que lleva más de 3 décadas en el mundo del cine.

Todo lo que rodea a esta película está pensado para conectar emocionalmente con el espectador, la sala de cine se llena de sonrisas y hasta de carcajadas ante la ingenuidad de sus personajes y sus extravagantes ocurrencias. Nada cae en saco roto como un diálogo superficial. La música es a veces algo melosa pero le hace sumar un punto de fábula infantil a la historia que nos aleja de sesudos análisis y metáforas. Si hubiera que encontrarle una pega a la película quizá esta pudiera ser su duración, que aunque el director Kore-eda no deja decaer el ritmo, si no todo lo contrario, sí que puede llegar a alargarse en su conclusión, también ajena a moralejas y que tanto se disfruta.
Kiseki, El sexto sentido, El verano de Kikujiro, de la que hace no mucho hicimos crítica en esta página, o sobre todo la fántastica Buda explotó por vergüenza casi en su totalidad protagonizada por niños, son películas que demuestran lo que pueden hacer estos pequeños actores cuando se les da una oportunidad y cuando no se les fuerza a sobreactuar y a ser dirigidos fuera de unos diálogos que realmente les pueda pertenecer. Un pequeño milagro para las carteleras de cine.

1 comentario:

Chuchi dijo...

Bonita recomendación, lástima que por desgracia sea tan difícil encontrar cines en donde proyecten películas de calidad extranjeras que no sean británicas o estadounidenses. Esperaremos al DVD o a la Filmoteca para comprobar qué tal es esta joya japonesa.