domingo, 29 de abril de 2012

La clase (2008) - Laurent Cantet

La realidad de la educación entre los muros.
A nadie se le escapa que en la última década, Francia vive tiempos convulsos. La crisis económica occidental (o estafa, según como se mire) está acentuando estos problemas. El país que se mostraba como ejemplo de multiculturalidad e integración al resto de Europa, empieza a plantearse su modelo. Los franceses son, entre otras cosas, los padres de la educación pública. El hecho que sin duda más ha cambiado el mundo en el que habitamos, quiere ponerse en duda por parte de los frentes más conservadores y neoliberales. Y mientras tanto, entre medias, en una isleta perdida se encuentran los maestros y profesores. Son los testigos principales de cómo se gestan las raíces de la personalidad de los jóvenes estudiantes que deberán liderar la humanidad en el futuro. Y en este fango es donde se mete Entre les murs (su título en español es La clase, aunque el original francés es más acertado sobre lo que quiere contar la película).

François Bégaudeau es la figura total de la obra. Él escribió el libro en el que se basa la historia del filme. Él también realizó junto a Robin Campillo y Laurent Cantet el guión adaptado. Y él es además el actor protagonista que da vida a François, el profesor de secundaria que se enfrenta a un grupo de adolescentes inquietos de un barrio periférico de París, de esos que hay en las grandes ciudades pero que no salen en las guías de turismo (pero es que Bégaudeau fue en la realidad profesor, algo que se nota mucho en varios detalles de la película).


François Bégaudeau en el filme.
Pero no por ello hay que restar méritos a la dirección de Laurent Cantet. El reputado cineasta francés logra un ambiente muy realista en el filme. Decide contar con actores amateurs a los que logra imprimirles el carácter que busca, y el orden de los acontecimientos que van sucediendo es el idóneo para que la intensidad vaya in crescendo hasta que el espectador quede totalmente atrapado por la historia y por el devenir de sus personajes. Todo esto provoca, en definitiva, que se consiga un gran realismo, algo muy importante en una obra de este tipo.


Recuperando los temas principales que trata el filme: la educación, la mezcla interracial y la psicología adolescente, es justo hacer hincapié en lo bien desmenuzados que están, no sólo como problema, sino también como esperanza. Y sin olvidar en ningún momento, de fondo, a la figura de los profesores, los cuales van de la mano, quieran o no, de sus alumnos, y por extensión, de la sociedad que les influye.
Y es que cuando hablamos de educación, debemos afrontar varios debates importantes. El primero de ellos parece claro: ¿La escuela sirve para enseñar conocimientos o para educar ciudadanos? ¿Es más importante que un alumno sepa hacer la raíz cuadrada o que desarrolle su capacidad reflexiva y deductiva? Otra pregunta sería: ¿Cuál es la función del profesor? ¿Debe ser un pequeño psicólogo? Y la última de ellas: ¿En los centros de enseñanza evaluamos estudiantes mejores y peores o realmente buscamos crear ciudadanos maduros e independientes?
Todas estas preguntas se las plantea Laurent Cantet con maestría en el filme. Cogiendo como telón de fondo, como ya hemos mencionado anteriormente, un instituto de un barrio periférico de la gran París. Un barrio, por cierto, bastante marginal. Mezcla racial, cultural y étnica, si es que acaso no son la misma cosa. dotan de un mayor dramatismo a La Clase.
Mientras, como personaje principal, un joven profesor de lengua y literatura francesas. Comete errores, se frustra, sufre, también a veces lucha por los alumnos. En otras ocasiones pierde la esperanza. Quizás, no le hayan enseñado adecuadamente su profesión, ni sienta el apoyo de la sociedad para sacar adelante a sus futuros ciudadanos. Pero no está totalmente solo. A su lado combaten junto a él otros compañeros. Algunos de ellos hasta tiran la toalla, otros sólo se resignan, y también los hay que disfrutan y son felices.
Laurent Cantet.
Los secundarios, los alumnos. Adolescentes que se encuentran en pleno apogeo hormonal y con importantes cambios en sus procesos cognitivos. Algo que pocas veces se tiene en cuenta por la sociedad que los rodea. De ahí que se sientan incomprendidos, afectados por su entorno en todos los sentidos.


Y todo esto bajo la presión y la soledad de los muros. Pues todo se queda allí (y en el filme nada se sabe más allá de las cuatro paredes que encierran la clase).
Sin duda, para todo aquel que se dedique al mundo de la enseñanza y la educación (siempre de la mano, aunque a veces casi separados), y para aquellos que disfruten con buenas historias que se trabajan los guiones; se trata de un auténtico peliculón. Y sí, no es perfecta, pero a ver quién se pone a pensar en ello tras verla. 





1 comentario:

Anónimo dijo...

La pelicula está re re re buena y François (el profesor) está rerererererererererereere lindo me encanta!!!!!!!!