miércoles, 2 de mayo de 2012

El origen del planeta de los simios (2011) - Rupert Wyatt


¡Maniáticos! Lo habéis conseguido. ¡Yo os maldigo a todos! ¡Maldigo los remakes, los reboots y las precuelas! ¡Os maldigo!


El origen del planeta de los simios es como la funda con orejas de conejo para tu smartphone, es como esas camisetas con chistes de borrachos que va directamente al fondo del armario, es como ese cojín con forma de corazón que te regala tu pareja, ese que quizá cuando lo abrazas suelta un "I love you" metálico. El origen del planeta de los simios es tan buena como prescindible.


Han pasado más de cuatro décadas desde que Charlton Heston descubrió el futuro aciago que le espera a nuestro planeta en la primera película de la saga, El planeta de los simios (1968), y aunque ya se dio una explicación de cómo la tierra llegó a esa situación (que incluía simios telepáticos y monos mayordomo) nuestros amigos productores de Hollywood han decidido que en sus manos está proporcionar un inicio más digno a la saga, y es verdad, este es un mejor comienzo que La rebelión de los simios (1972), ¿pero de verdad era necesario?


El filme original es una de las más clásicas historias del cine, tanto que en 7 años le siguieron 5 películas más y una serie de televisión; después, el silencio. La primera película basada en la novela que Pierre Boulle escribió 5 años antes seguía conservando toda la frescura y consiguió el estatus de "obra de culto", pero 25 años después algo pasó. 2001, tras 25 años de ese silencio el director de moda, el eterno adolescente, el alegre pero oscuro Tim Burton trae a la pantalla un reboot, un reinicio para la historia con el intento de insuflarle nueva vida a la saga, pero lo que pasó lo conocemos todos, un fiasco (aunque no en taquilla) rebuscado con un guión a la altura de la pegatina de ingredientes de un paquete de arroz. Al ser vendida como un remake, la gente empieza a verla en vez de la original y comienza un desprestigio para la saga. Todo parece terminar aquí, no se suele apostar por continuaciones de fracasos, pero 10 años después vuelve a suceder, ¿otro reboot?, ¿un remake?, ¿la secuela del reboot del 2001?, ¿una historia compaginable con las de los 70? ¡No!, ¡Una precuela! pero, ¿una precuela, un remake de la precuela del 72 o una secuela de la primera precuela?, ¿o quizá una precuela del reboot? Desde elproyectordeconciencias la respuesta es clara, ¿a quién le importa?


Esta película es tan innecesaria que sus virtudes, que alguna tiene, caen en saco roto. La historia original no necesitaba ninguna explicación de lo sucedido, era parte de su magia, el misterio de la situación y las múltiples posibilidades sobre cómo el ser humano es capaz de destruir todo lo creado y destruirse a si mismo, y si en 1968 no necesitaba un origen en el 2011 tampoco, y si es una precuela de la versión de Tim Burton esta era tan mala que lo que más necesitaba era caer en el olvido.


Partiendo de esto, aquí es donde empieza la crítica de esta precuela que pretende cambiar monos telepáticos por los más creíbles monos parlantes, que esta vez sí, está todo mucho mejor hilado. Aquí el joven Will, interpretado por James Franco, es un brillante y joven científico al servicio de una gran corporación farmacéutica buscando una cura para el alzheimer, una enfermedad que también afecta a su padre, tras las positivas pruebas en simios que parecen desarrollar su inteligencia, algo va mal. El origen del planeta de los simios lleva en sus fotogramas sangre revolucionaria y agresiva, desde los primeros minutos un dedo se alza para señalar a las farmacéuticas y decirles "Sois malos. Sois tan venenosos para la sociedad que algún día nos gobernaran los monos por vuestra culpa" y también habla de represión y condescendencia y de la necesidad de romper las cadenas aún a costa de la violencia, y eso siempre es un punto a favor. Y desde luego tampoco es Arrugas de Paco Roca pero muestra un retrato fiel de la dureza del alzheimer y lo difícil que es la convivencia en esta situación. Nos hace reflexionar lo que seríamos capaces de hacer por un ser querido sin caer en el sentimentalismo fácil.


Técnicamente impecable. El aspecto visual de la película es inmejorable. Con varios premios a los mejores efectos hace muy difícil poder distinguir realidad de ficción. Y en la banda sonora cuenta con Patrick Doyle, un escocés con la suficiente experiencia como para captar y crear perfectamente los momentos más tensos y crear ambiente con preciosas melodías.


Por desgracia, el argumento no es todo lo bueno que debería y crea unas faltas de interés notable excepto por cómo esta película nos llevará a un final que ya conocemos.
Una buena película en tierra de nadie.

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