Fargo (1996) - Joel Coen

Tierra dura, gente dura

Fargo es todo aquello que debe tener un muy buen thriller y que con el paso de los años parece que los directores y productores han ido olvidando poco a poco, tanto en Estados Unidos como en el resto de potencias audiovisuales (a excepción de Brasil, que lleva el timón de los grandes autores de este "género").

Sexto largometraje de los realizadores Joel Coen (1955) y Ethan Coen (1957), posiblemente una de sus mejores películas. El guión, libremente basado en hechos reales, es original de Ethan y Joel Coen. Se rueda en escenarios naturales de Minnesota y Dakota del Norte, con un gasto presupuestario estimado de 7 millones de dólares estadounidenses. Fue nominada a 7 Oscar, ganó 2 (guión original y actriz) y obtuvo el premio a la mejor película del Festival de Cannes. Producida por Ethan Coen y Joel Coen (no acreditado) para Working Title. Tras los prolegómenos, entremos al meollo:

Primero de todo, destaquemos la historia. Sencilla, sin grandes alardes y sin trampas al espectador. Se enseña todo lo que éste debe saber para que una vez finalizado el discurso, la persona que visione la diégesis no se sienta engañada. 

No se puede analizar Fargo sin detenerse en sus paisajes.

Segundo, los personajes. Bien definidos mediante diálogos cortos, escenas con un ritmo y duración con una justa medida. Sin pedanterías innecesarias, sabiendo muy bien qué se desea de cada personaje para sacar lo mejor de cada actor. Muy bien seleccionado el casting y cada aparición de los mismos en cada plano. Desde la pareja desternillante de asesinos-secuestradores al fenomenal personaje del indígena norteamericano. Todo muy bien estudiado para que la crítica a la "América profunda" se entienda, pero sin ser demasiado ofensiva para las víctimas del suceso real y sus familias. Humor negro, sí, pero con cautela y sin histrionismos exagerados. Me quito el sombrero.

Tercero, la banda sonora. Sobria, pero bella. Muy rural, evidentemente. Tranquila, como lo es cualquier zona rural de los grandes estados, pero expresiva, ya que la historia no es una comedia romántica precisamente. Excepcional en su elección el músico Carter Burwell.

La bella e inquietante banda sonora de Carter Burwell

Y por último, lo que más me sorprendió: el genial uso de las localizaciones. El diseño de producción es extraordinario. Con muy pocos escenarios, los Coen logran asociar la dureza climatológica y demográfica del entorno, con la actitud y vida de sus residentes. De forma sutil, con una fotografía sensacional, usando planos subjetivos para que el espectador vea lo mismo que el personaje intenta ver entre tanta nieve, entre tanta niebla, entre tanta dureza. Esto que puede parecer tan obvio, es algo que vemos muy poco en el cine del último lustro. Lejos quedan las películas en las que maestros como Sergio Leone, John Ford o Sam Peckinpah en casi todas sus películas u otros como Costner en Bailando con lobos o las películas neorrelistas puras italianas (por poner algunos ejemplos), usaban las localizaciones para conseguir efectos psicológicos en el espectador mediante una banda sonora acorde, una fotografía decente y unos exteriores bien descritos mediante excepcionales planos generales y planos subjetivos de los personajes. Jugar con el espacio, es jugar con el espectador. Y a los espectadores les gusta jugar, pensar, introducirse en la historia cuando ven una película. Buscan empatía con los personajes y sin unas buenas localizaciones y un uso coherente de las mismas, esto es harto difícil de conseguir, por muy buenos que sean los intérpretes.